martes, 4 de septiembre de 2012

Ideales

Los primeros pasos al tratar de llevar una vida honesta y llena de éxitos, suelen ser los pasos de seres jóvenes y llenos de azúcar. En ese punto la juventud y el azúcar (la dulzura que ha habido en nuestra vida), son los combustibles del que a su vez alimenta las ganas de hacer de este un mejor lugar, pero llega el punto donde se acaba el azúcar y esa juventud por sí sola no parece hacer combustión positiva. ¿Qué salió mal? Ese ser trabajó duro y honestamente, pero no siente que el mundo que pisa se haya vuelto un lugar mejor y la gente que tiene menos combustible para perseguir sus sueños o querer mejorar el mundo se da cuenta de eso y convierte la palabra idealista en un insulto. El joven, de repente, quiere ocultar sus ideales y avejenta esos sueños. Eso es lo que asegura que el mundo sea peor. Perseguir un ideal y trabajar honesta y duramente por alcanzarlo, no es una receta instantánea para un mejor mundo, pero sí ayuda. Si no me creen, pregúntense, qué de malo tuvo sembrar ese árbol, recoger esa basura, ayudar a esos ancianos o cuidar a a esos huérfanos. El problema es que al mundo le hacen falta esos idealistas que han sustituido el azúcar por la intensidad de la experiencia de hacer las cosas con el alma.

sábado, 25 de agosto de 2012

Insatisfacción

Javier Magaña Uno de repente se topa con que el esfuerzo hecho no es siempre el suficiente, pero es todo el que se pudo hacer. El resultado de eso es la impotencia y a consecuencia de ella, llega el deseo de ser otra presona. El ser humano suele enfermarse mucho de ese mal.

sábado, 2 de junio de 2012

Marte en una mano

Por Javier Magaña

Era Dios jugando con Marte a lanzarlo hacia arriba esperando que regresara a su mano, como si fuera un hombre jugando con una pelota roja, pero un mal vote lo sacó de su ensoñación volviéndolo a hacer un hombre que jugaba con una pelota, que ni siquiera era tan roja pues un haz de líneas de colores la atravesaba de lado a lado. Entonces,nuestro protagonista dejó de ser quien controlaba el ir y venir del universo, para tratar de escuchar la charla que se entablaba en la oficina de a lado, donde dos importantes empresarios deliberaban si él formaría parte del próximo recorte de personal.

martes, 24 de abril de 2012

Una pausa para meditar

Por Javier Magaña

Hay cosas que uno nada más va a dejar, cosas como la mierda y el voto… perdón, pero esas son el tipo de cosas que se me ocurre cuando estoy sentado con el trasero desnudo, sobre el frío asiento de la taza del baño, en una sesión que apunta para ser larga.
No es por decir que el sufragio que cada ciudadano va a emitir, valga madres, es por decir que es algo que uno simplemente va a depositar en un lugar y después dejar con cierto sentimiento de alivio.
Digo, uno siempre entra al baño decidido a algo en particular, hacer pipi, popo, jalársela, sacarse los mocos o bañarse y, ya después de hacer lo que se tenía que hacer, uno se siente diferente a como se sentía momentos antes de entrar.
Y bueno, con tanto abstencionismo que hay, los que se presentan en una casilla electoral, ya van decididos a dejar algo, aunque sea un voto nulo, con una cruz en todo lo largo y ancho de la boleta, con varias crucecitas o una frase de presunta protesta, que pasará igual de desapercibida que una mentada de madre a la directiva del Club América en su cuenta de Twitter.
También están los que llegan decididos a votar por un candidato, ya sea porque le conviene a su gremio que este gane, porque es su cuate, su patrón, porque creen que es el bueno o simplemente se les hizo bien chulo o chula, cuando fue inoportunamente a tocar a su puerta, con la intención de darse un baño de pueblo y decir algo así como “cuento con usted, usted cuente conmigo”.
Pero la verdad es que alguien llega a dejar algo y después sentirse aliviado de todos esos interrogatorios de “por quién vas a votar” y la discusión que le sigue a esa pregunta.
La diferencia, es que cuando tu mierda se va al drenaje ya no hay muchas preocupaciones que te embarguen con respecto a ella, pero cuando tu voto cae en la urna, empiezas a preguntarte quién ganará y luego a preguntarles a otros por quiénes votaron.
Lo cual a la larga no importará porque tal vez ni te acuerdes de sus nombres de manera cotidiana, al menos no como para que se te vengan a la mente y mentarles la madre cuando no le surtan el agua a tu colonia y no tengas ni para bajarle al baño, como es mi caso justo en este momento.

domingo, 22 de abril de 2012

Desesperación y punto (C)

Javier Magaña

“Se me ocurrirá algo, siempre se me ocurre algo” pensó Emiliano cuando descubrió que lo buscaban. Volvió a pensarlo también cuando lo siguieron y cuando lo rodearon. Fue entonces que se le ocurrió algo: Meterse el último tiro que le quedaba en la pistola antes de que lo atraparan, para así escapar al destino que suelen sufrir los violadores que van a la cárcel.

martes, 17 de abril de 2012

Polvo ©

Por Javier Magaña
Fue cuando cayó el primer puño de tierra cuando sentí en mi propio rostro el balazo que le dieron a mi esposo en la cara y empecé a llorar y pedir que lo sacaran de ahí...
¡No comadre! ¡no se puede!, me dijeron en la noche cuando pedí ver la cara de Abraham. Era mejor así y ahora le dicen lo mismo, porque todos creen que es preferible pudrirse tres metros abajo que en plena calle o en su propia casa.
Se lo dieron de comer a un pozo, ¡malditos!, pero allá irán también ellos, hace una hora todavía estaba cobijado su ataúd con su bandera y ahora lo cubren de tierra para que ahí se quede siempre y se lleve consigo su mirada turbia como la de todos los que saben enfrente de quién están parados, esa que me enseñaba a mí cuando se despertaba antes de ponerse sus anteojos negros y que una vez le enseñó también a su compadre, el que es como él, pero más pendejo.
Fue bonito el chiste que hoy le hicieron, sí no lo hubiera matado el balazo, se hubiera muerto de la risa de saber lo que tenían planeado para cuando se muriera.
Ahí estaba el padre hablando de mi Abraham como si nunca se hubiera confesado con él, ni le hubiera cuidado a su sobrino cuando se iba al putero. Supongo que esas son la mentiras blancas, las que se dicen cuando uno usa una sotana y levanta una oblea hacia el techo, dice dos o tres cosas en latín y arroja agua hacía un féretro cerrado de un hombre que murió en el cumplimiento de su deber (cualquiera que realmente sea éste).
Llegamos todas de negro y ellos, sus compañeros, en su traje de gala azul, que no por insulsa, pero sí sincera, se le veía bien a él, y ahora pienso, el hecho de que lo hubiera visto muchas veces usarlo, me dice que estaba acostumbrado a enterrar amigos.
Antes de traerlo aquí le tocaron una diana y ahora lo dejan con un grupo norteño que cobra 10 pesos por canción. Sí, en definitiva se hubiera reído.
Las sirenas de muchas patrullas lo siguieron. No saben cuánto me molestaba ese sonido, hasta él decía que sólo servía para pasarse el alto.
Su compadre, el que era como él pero más pendejo (no puedo dejar de mencionarlo), le hizo, junto con otros tres que me dijeron que eran sus amigos, una guardia como no se la hicieron cuando ocupaba quien lo cubriera de los 20 balazos que lo mataron.
La imaginación del comandante se puso en marcha y me contó de “lo bueno que Abraham” era, “una pérdida lamentable” fue lo que dijo.
No sé qué pensaran todos, pero fui la esposa de ese cabrón durante el tiempo suficiente como para saber que chingaderas hacía, pero no importa, ya la tierra lo ha cubierto y parece que todos sienten que los gusanos se llenarán con Abraham y no querrán la carne de ninguno de nosotros cuando nos entierren, mientras el padre dice que ese cuerpo que en unas horas se va a hinchar y carcomer es polvo y en polvo se convertirá, para después pedir a Dios que me cuide a mí con un tono que indica ser el permiso que los presentes esperan para empezar a retirarse de manera disimulada.
Era malo (como casi todos), pero era mi esposo y me fue entregado ante un altar por el mismo padre que hoy se lo entregó a la tierra.
“Hasta que la muerte los separé” nos dijo… nunca pensé que fuera una advertencia para que yo no reclamará cuando me quedará sin él, de quien hoy todos dicen que era bueno. Yo creo que en eso consisten estas ceremonias, en hacernos olvidar que aquellos que queríamos seguramente irán al infierno.

domingo, 15 de abril de 2012

La sirena

Por Javier Magaña

Un par de anteojos empañados cayó cuando la sirena apareció en la playa a la luz de las estrellas.
El dueño de los lentes no los quiso recoger, por temor a desmentir lo que sus ojos veían, ya que lo que enfrente de él estaba era demasiado bello como para poder soportar una pérdida o una desilusión, fue la única vez que creyó que sería mejor vivir con la duda.

domingo, 25 de marzo de 2012

¡Ay!, ¡los muertos!

Por Javier Magaña Es común cuando uno se presenta ante una persona y dice su trabajo (periodista policiaco) que la gente, diga algo como “¡Ay!, ¡los muertos!”. La expresión hace pensar que se ve al reportero de nota roja como a un buitre y por alguna extraña razón denota el poco conocimiento de la gente, acerca del género y de la situación real de la seguridad en su sociedad. Tomando en cuenta que el reportero al que han saludado, generalmente labora en un diario, es probable que la persona que habla con él asuma entonces que hay un muerto al día. Lo siento no es así, la ciudad de Morelia que es la que mayor incidencia reporta, no tiene un muerto al día por cuestiones de accidentes o crímenes, mis colegas no me dejarán mentir en este aspecto. O sea que olvidan que también el reportero policíaco hace investigación, pero esto nos e trata de una defensa de la dignidad mía o de los colegas de la policiaca, sino de señalar entonces lo poco que las escuelas se han preocupado por la profesionalización de este género, en especial, porque muchas veces la persona que utiliza la expresión “¡Ay!, ¡los muertos!”, es otro reportero. Eso es indicativo de que este tampoco lee los periódicos. El problema con las secciones policiacas es que las academias las han dejado en el abandono, quisiera saber yo, cuándo un estudiante de periodismo recibió una clase de cómo afrontar este tipo de información. Los trabajos de las clases de periodismo se reducen a ejemplos de reporteo político y cultural, no es sino hasta que el reportero ejerce su profesión que se llega a acercar a un diplomado de periodismo en situaciones de riesgo o sobre seguridad y aún así corre el riesgo de que no le se mucha utilidad lo que le diga, puesto que se puede topar con un profesor que le indique de una u otra manera que es una falta de ética informar sobre crímenes. Prácticamente podría decirse que invitan al reportero a abandonar la sección. Siendo sincero, no conozco a los reporteros que hayan eliminado la información policial de su medio, y no veo que esto vaya a ocurrir en un futuro cercano. Así que como periodistas hay que afrontar esta información, verla como cualquier otro fenómeno social que merece su respectivo estudio y recordar que la agenda periodística va enfocada a los hechos realizados por los distintos actores sociales del país. En este caso queda claro, que el actual presidente tiene como principal tema de su agenda las acciones policiales, y militares, no se puede cerrar los ojos a ellos, así que este sexenio para mí ha representado la gran oportunidad de profesionalizar el periodismo policíaco y creo que varios medios lo han intentado. En enero de 2008, cuando inicié en Vigía, solo conocía a otros dos reporteros policiacos que egresados de carreras dedicadas a la comunicación, me tocó ver a otros tres colegas intentarlo y retirarse en menos de un año y ahora veo que el número de egresados de escuelas de periodismo, comunicación o literatura se ha incrementado y que varios de ellos han encontrado un interés para dar información adecuada sobre la situación de la seguridad pública en su comunidad, pero esto es solo por vocación, puesto que aún falta el esfuerzo de la academia a nivel licenciatura.

sábado, 24 de marzo de 2012

Así es…

Por Javier Magaña

“So… Are we talking to each other?” dijo Javier al llamarla por teléfono tras la enésima vez que uno de los dos rompía la promesa de no volverse a hablar, sabiendo siempre que en el fondo ambos esperaban que uno rompiera la promesa.
Esta vez fue ella y lo hizo cuando él estaba a punto de maldecirla por no llamar, escribir ni aparecerse, pero de repente cuando el volvió del trabajo estando a un paso de entrar a su casa para marcarle, se topó con un mensaje, no muy claro pero definitivamente de ella.
Era una mariposa de plástico color purpura, colocada exactamente en donde él siempre solía dejar las llaves. Ese era el pretexto que él necesitaba para llamarla sin sentir que se estaba humillando. Así que tras una hora de preguntarse qué rayos fue lo que ella le quiso decir, resolvió que esperaría al día siguiente a la misma hora para llamarle como si le estuviera haciendo un favor.
El día siguiente llegó, pero la hora decidida lucía tan lejana que Javier no pudo esperar las veintiún horas que faltaban para la hora en que se supone la llamaría, así que siendo las doce y media de la noche llamó, no sin antes pensar en una frase que sonará con carácter y que la hiciera sentir que él no era el que tenía más ganas de hablar, así que comenzó hablándole en inglés, sabiendo lo mucho ella detesta esa lengua, que no obstante entiende de maravilla.
Así que volviendo al inició él le dijo. “So… Are we talking to each other?”
A lo que ella conociéndolo todavía mejor de lo que él mismo podría conocerse, respondió “non plus, adieu” y colgó sin volver a contestar.

jueves, 16 de febrero de 2012

Herido por el recuerdo (r)

Por Javier Magaña

La lluvia, el parabrisas empañado, el agua corriendo a un lado de las aceras, los baches y los relámpagos, fueron lo ingredientes necesarios, para que el recuerdo me hiriera.
Luego de eso sólo recuerdo mis piernas rotas y un árbol en medio del cofre de mi choche.

sábado, 14 de enero de 2012

Prosopón

Por Javier Magaña Tengo entre mis atavíos un adminículo al que algunos llaman cara y tú bien sabes que es una máscara, por eso me sigue sorprendiendo que actúes como sí me creyeras, es tal vez por la mancha de mi lápiz labial en zonas que ensuciarán tu camisa, o porque ciertamente te gusta como soy y crees que soy feliz creyéndome mi propia mentira, o porque sabes que de venganza yo querría quitarte tu máscara y prefieres seguir creyéndote la mentira que ya me hiciste creer. Porque todos son… somos unos mentirosos, y los que se saben las mentiras de los otros y se las aguantan son los peores, tú eres uno de ellos, el problema es que esa mentira te vuelve fascinante y lo sabes y te aprovechas. Me pones celosa, por eso es que me quiero vengar, no descubriendo tu mentira, no sería tan cruel, no podría destruirte así, antes destruiría mis mentiras, de hecho, eso acabo de hacer. Y mientras veo en el espejo mi rostro casi destrozado, espero que mi esposo te mate al primer disparo.

viernes, 13 de enero de 2012

No sé si yo sea muy inocente

Por Javier Magaña No sé si yo sea muy inocente al pensar que lo más correcto sea decirle siempre la verdad a la mujer con la que sales y esperar que así lo haga ella. “No acostumbro tener relaciones serias” le dije. “No estamos hablando de llegar a eso” respondió. “¿Tienes novio?” pregunté “No” contestó. Y saben, es frustrante que cuando para lo único que querías saber si había novio de por medio era para saber de quien cuidarte, aparezca un total extraño que te golpee hasta olvidar en que dios crees y te tire en un lugar donde no crees que se crea en Dios y te pida que no te vuelvas a meter con su novia.