jueves, 18 de julio de 2013

El relato

Esa noche Elisa me pidió que apagara la luz y le regaló a mi piel las formas que le negó a mis ojos. Al día siguiente me senté en mi escritorio para continuar esa historia que había dejado pendiente, pero mi bloqueo de escritor seguía ahí como desde hacía un mes. De tal manera me di cuenta que contrario a lo que yo intuía de adolescente, las historias no se hacen como a los niños.

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